miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cierre de temporada (II)




A continuación hablaremos de dos corredores que, si bien han demostrado su calidad en las carretera, ambos han sido perseguidos por la sombra del dopaje durante toda la temporada. Por desgracia, no es nada nuevo en sus trayectorias.

Comenzaremos haciendo referencia al belga Tom Boonen. El corredor de Quick-Step consiguió de nuevo la victoria en la París-Roubaix lo que le confirma como uno de los mejores corredores en pavés de la historia junto a su compatriota Johann Musseuw. Pero no es oro todo lo que reluce. Es triste comprobar que son varios sus positivos por consumo de cocaína a lo largo de su carrera y, sin embargo, los organismos antidopaje han sido condescendientes con él hasta el punto de perdonarle sus sanciones. ¿Por qué tanta persecución hacia algunos corredores y tanta permisividad con él, por muy estrella que sea?
El consumo de drogas es algo prohibido en toda especialidad deportiva y mucho más en este deporte, en el que los controles son mucho más exhaustivos que en el resto. Es lamentable que un corredor de su talla se vea envuelto, año tras año, en estos líos y que, también año tras año, salga indemne de ellos. Corredores como Ivan Basso, David Millar o Alexandre Vinokourov han sido cazados por los vampiros y se han visto obligados a cumplir sus sanciones, algo que con Boonen aún no ha ocurrido.

Otro de los implicados en asuntos de dopaje, Alejandro Valverde, consiguió su primera grande al imponerse en la Vuelta a España. Aunque sea la primera gran ronda por etapas que consigue el murciano, no hay que olvidar sus victorias, en años anteriores, en Lieja-Bastogne-Lieja, Clásica de San Sebastián o Flecha Valona. Pese a los problemas relacionados con el doping, hay que destacar la concentración que ha mantenido a lo largo de la temporada y que, además de la Vuelta, le ha permitido conseguir victorias en la Volta Catalunya, Vuelta a Burgos o Dauphiné Libéré.

De todos modos, hay que criticar a Valverde su actuación el último Mundial…y no es la primera vez que ocurre. Su capacidad de liderazgo en el momento de la verdad ha quedado en entredicho; ya falló en el anterior Campeonato del mundo, en los Juegos Olímpicos… además de sus famosos días malos en todas las grandes vueltas disputadas anteriormente. ¿Qué hubiera pasado este año sin el pinchazo de Evans?... Lo peor de todo es que esos errores ya no parecen una casualidad. Su conformismo en esas grandes citas, en las que siempre espera que le lleven al sprint, contrasta con el hambre que demostraba aquel joven murciano que despuntaba en el extinto Kelme de Vicente Belda. Es de justicia reconocer sus méritos, aunque cada vez son más sus fracasos.

Pero también él se ha visto envuelto en el espinoso tema del dopaje, de hecho, se quedó sin correr el Tour de Francia por la sanción del Comité Olímpico Italiano (CONI). Se trata de una sanción que únicamente afecta a carreras disputadas en suelo italiano. De todos modos, resulta extraño comprobar la permisividad que se tiene con el corredor belga, quien fue perdonado y pudo correr la ronda gala; si bien, es cierto que el organismo que no se lo permitía no era el mismo.

En ningún momento quiero defender a Valverde de las acusaciones de dopaje, que quede claro. Es cierto que las pruebas que, dicen, tener sobre él resultan bastante evidentes, pero una cosa está clara: mientras no se diga lo contrario, todos somos inocentes; y, de momento, no se ha demostrado lo contrario. Por tanto, debería cesar esta persecución que sufre el corredor murciano. Habría que dejarle competir en paz y, si en un momento dado, se comprueba que las famosas bolsas de sangre corresponden a su persona, sancionarle con 2 años alejado del ciclismo como se ha hecho con tantos otros corredores. Pero las sanciones se deberían aplicar a TODOS los corredores, no a todos menos a Boonen.

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