Tras disputarse las semifinales de la CAN, Egipto y Ghana se jugarán el privilegio de ser los vencedores de una competición detestada por algunos, pero muy querida por los grandes aficionados al fútbol. Se trata de un torneo que recupera la verdadera esencia del fútbol: un deporte practicado en todo el mundo, independientemente de niveles económicos, zona geográfica o nivel cultural.
Antes del comienzo, tras el desgraciado incidente ocurrido con Togo, todos pensábamos que habría dos grupos de países muy diferenciados. En primer lugar, aquellos en los que la mayoría de sus jugadores militan en equipos de las ligas más importantes de Europa. En este primer grupo estarían selecciones como Costa de Marfil, Nigeria o Camerún. A priori, ellos se jugarían el campeonato.
En el otro, los países más pobres. Países sin ningún tipo de recursos y con jugadores que militan en clubes africanos y son desconocidos para el gran público. Aquí encontrábamos países que debían ser meras comparsas como Zambia, Burkina Faso o Gabón. En teoría, meras comparsas.
Pues bien, el desarrollo de la competición ha dejado claro que, en la CAN, las sorpresas también existen. Selecciones como Gabón y Burkina Faso pusieron en verdaderos aprietos a equipos todopoderosos como Camerún y Costa de Marfil, las dos grandes decepciones del campeonato, y la selección de Zambia consiguió el más difícil todavía: pasar a la siguiente ronda. Y, de no haber sido por la mala suerte de los penaltis, estaríamos hablando de uno de los semifinalistas, ya que hizo muchos más méritos que Nigeria para acceder a la penúltima ronda del torneo.
Como ya hemos dicho, Camerún y Costa de Marfil han sido dos de las sorpresas negativas del torneo. Dos equipos plagados de “europeos” que no han sido capaces de estar entre los cuatro mejores. Los Drogba, Etoo, los hermanos Touré, Song Billong, Kader Keita, Kalou, Gervinho o Kameni llegaban a Angola para guiar a sus selecciones a conseguir el cetro continental. Sin embargo, ambas selecciones han estado muy lejos de su mejor nivel.
Costa de Marfil, la gran favorita, cayó ante Argelia, una selección que dí
a tras día sorprende a todos con unos excelentes resultados, pese a que practique un juego, en ocasiones, rácano y defensivo. Basado en una zaga sólida, con ho
mbres como Belhadj, Bougherra o Halliche, ha formado u
n bloque serio en el que los Mansouri, Ziani o Meghni ponen las gotas de calidad de mediocampo hacia delante, con el ariete de Siena, Ghezzal, encargado de la tarea goleadora. En el partido de cuartos, la selección de Drogba les tuvo contra las cuerdas con el golazo de Kader Keita cerca del final, pero los argelinos se repusieron al mazazo y consiguieron forzar una prórroga en la que desarbolaron a su rival, demostrando un físico superior. Pese a caer en semis ante Egipto, han demostrado que su clasificación para Sudáfrica no fue fruto de la casualidad.
Por su parte, Camerún quedó apeada, una vez más, mucho antes de lo esperado. El choque contra Egipto dejó claro que, en estos momentos, el equipo capitaneado por Etoo está muy lejos de lo que se espera de ellos. Quizá el nivel real de Camerún sea éste, y no el que mucha gente espera torneo tras torneo.
Pero no han sido estos dos países las únicas decepciones del torneo.
La selección de Mali, una vez más ha decepcionado a quienes esperaban un salto de calidad. Tras protagonizar uno de los partidos más atractivos del torneo, con el 4-4 ante Angola, el equipo no fue capaz de clasificarse para la siguiente ronda. Hombres como Kanouté, Seydou Keita o Sissoko debe
n esperar otra oportunidad para demostrar su valía.
Quizá Nigeria tampoco haya dado el nivel de juego esperado, pero el equipo se clasificó para semifinales y luchó, durante todo el partido, con Ghana por meterse en la gran final. Por tanto, no se puede criticar a una selección que ha cumplido el objetivo de estar luchando por el título hasta el final.
Su rival, Ghana, es, para mí, el equipo más atractivo del torneo. Además de los “europeos” como Gyan Asamoah o Essien, éste país cuenta con una generación muy prometedora y que dará muchas alegrías en el futuro. Hombres como Inkoom, Osei o Ayew ya han formado parte del equipo absoluto en este torneo y se convertirán, en un futuro no muy lejano, en grandes estrellas del fútbol europeo. De cara al Mundial, este equipo tiene muy buena pinta. Hay que recordar que Essien no jugará la final y que en este torneo no han participado hombres como Appiah o Muntari. Quizá sea el país más preparado para competir con los europeos.
Como vemos, un torneo lleno de sorpresas, positivas y negativas, y en el que siempre aparecen futbolistas, desconocidos para el gran público, con un nivel que no tiene nada que envidiar al de los jugadores europeos. El mayor ejemplo de ello es la selección egipcia, pero ello requerirá una entrada posterior.
Tras este torneo, y ante la proximidad de la cita mundialista, me asalta una duda: ¿Cuál será la primera selección africana que acabe con la tiranía de Europa, Brasil y Argentina? Espero que en Sudáfrica, en su propio continente, alguno de estos equipos consiga dar el salto y desafiar a los grandes favoritos y demuestre que, tanto en el fútbol como en la vida, la riqueza no lo es todo.